
…creo que también estamos hechas de lo masculino y los hombres son necesariamente parte de «lo humano» – que es lo que finalmente busco explorar; sin embargo en la búsqueda de que es lo femenino y lo masculino y como esto se ha ido articulando en el tiempo me he ido encontrando con aquello que Sir Laurens van der Post llamó la «pérdida de acontecer de lo femenino» . Desde milenios se han ido decolorando nuestros dinamismos, procesos, símbolos y gestos hasta desaparecer caso totalmente del texto. Hemos sido narradas desde lo masculino y eso ha sido una pérdida para la humanidad toda.
No se trata aquí de polarizar la lucha de géneros, sino de juntar trazos de historia, arqueología, mitos y dinamismos psiquicos. Recuperar los colores perdidos para generar una variedad de pigmentos que nos permitan ser del color que nos quede más cómodo y auténtico. Volver al hierosgamos, en que diosa y dios representaban toda la complementariedad de lo humano, el sentido profundo y sagrado de la existencia y la gestión práctica y concreta en el mundo.
Soy psicóloga clínica, hecho que indudablemente tiene que ver con el énfasis en la mirada puesta aquí; pero soy honesta, quiero este espacio para dar cuenta del proceso, el progreso, el estancamiento y lo que no se resuelve o sigue tensionando a las personas. No costruyo este espacio como una voz autorizada de salud mental; sino más bien compartiendo lo que me resulta urgente, desde la arbitrariedad de mi juicio y de mi inconsciente.
La verdad es que escribo para simbolizar desde que soy muy chica. No me siento capaz de decidir qué es lo importante o que mi experiencia pueda ser referencia para nadie. Este espacio ha esperado 20 años porque me da pudor exponerme, me parece soberbio llegar a pensar que lo que escribo ha de tener valor para alguien; pero escribir ha seguido siendo una auténtica urgencia, aún cuando lo he hecho casi siempre en privado, y el devenir más lógico de esta necesidad parece ser en este tipo de espacios, que a veces temo puedan desaparecer frente a formatos más rapidos como el de la imágen.
Tengo ya más años que verguenza. Mi autenticidad en este sentido es menos amenazante para mí. Aprendí a ser señorita antes que a ser mujer y conocí a los hombres más desde el juicio y el temor que desde su mundo interno. Las letras, la mitología y la psicología me han mejorado de los males anteriores.
Mujereidad es eso que se alcanza siendo mujer, recogiendo lo que hace sentido, reconociendo los propios límites y sabiendo que siempre habrá más por encontrar allí. Todos invitados a este proceso…
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