El texto de hoy va de la pareja: de la mía, de la de mis cercanas y pacientes, de la de mis abuelas y madre, de la de Penélope en el mito de Ulises, que me toma de la mano para “tejer este texto”. Parejas del presente, del pasado. de la mitología, como si pudiera avanzar en distintas direcciones temporales y ver a través del mito algo que se esconde en un velo de misterio e inconciencia.
Una de las maravillas que tienen los mitos es que puedes leerlos cientos de veces y encontrar simbolizados allí procesos distintos, símbolos para tus experiencias, reflejos de tus emociones y conflictos más profundos e históricos y están allí, resguardados por miles de años de historia, para recordarte que hay cosas de lo humano que permanecen, que son esenciales. Un recetario para la vida
Este fin de semana volví a leer la Odisea; pero esta vez buscando guía a palabras que oí en terapia. El libro traía una pequeña referencia la Ilíada, en tanto es la causa primera de este regreso de Ulises – en que se basa la Odisea y que nos cuenta la historia de Penélope.

Penélope ha esperado 20 años por el marido, era una niña cuando se casó y lo vio partir- ha crecido y ha cambiado también- ya no se entrega de manera inocente y sumisa, sin pruebas de lo que se le dice
¿a quién es leal Penélope después de 20 años?
A su juicio y decision, sin dudas.
Penpélope fue la mujer de Ulises, rey de Itaca. Al poco tiempo de nacer su primer hijo, el marido debe partir a luchar en la Guerra de Troya. iniciada por un conflicto amoroso alrededor de otra mujer, Helena. Nunca lo había visto de esta manera, pero Helena y Penélope son dos caras de lo femenino como podrían serlo María y Magdalena en nuestra mitología judeo cristiana. Helena representa belleza insoportable, deseo, posesión, traición y orgullo. Todo aquello que el oráculo le atribuye a Eros “un monstruo alado cuyo fuego lo consume todo”, eso es Helena: belleza, pasión, deseo desde el primer instante, no admite esperas ni argumentativas. Penélope en cambio es una femineidad que “se teje”, como lo dice su nombre. Se hace y se deshace más que todo en torno a sí misma. Una mujer que se va desarrollando a lo largo de la historia en belleza, en contenidos, en respuestas y estrategias para la apremiante situación que vive; pero sin duda lo más glorioso asociado a su nombre es la lealtad.
Aquí no hay una espera pasiva, sostenida por la ausencia de su pareja solamente. Ella consigue trabajosa y creativamente, llena de ardides y estrategias el tiempo para que su querido Ulises pueda regresar. Consigue cada día y cada semana, arriesgándolo todo. Consigue nada más y nada menos que 20 años, sin ninguna certeza de que este hombre retornará o de quien será cuando lo haga. Incluso cuando la mayoría ya ha regresado del mismo conflicto al que fue luchar su marido, se mantiene leal y fiel. La vida de Penélope está lejos de ser una “sala de espera” en la que ella se entretiene tejiendo para matar el tiempo. Desde que Ulises parte se ve en un nido de buitres que intentarán a toda costa hacerse del trono, la riqueza y el poder. Una mujer enamorada y recién parida ver partir su protección y se hace a sí misma en los años venideros para poder proteger lo que le resulta valioso, que no sea profanado todo lo que para ella tiene valor y en un entorno masculino que está lejos de importarle sus sentimientos o su voz. Cuando Ulises vuelve lo hace camuflado, porque quiere conocer la realidad de su ausencia y comprobar las lealtades de sus cercanos. Aun cuando ha pasado pruebas y se ha presentado ante su mujer como tal, ésta le exige ciertas especificaciones de su vínculo, su lecho. Información que sólo él tendría, para comprobar su identidad. La mujer que ha esperado 20 años por el marido, que era una niña cuando se casó y lo vio partir- ha crecido y ha cambiado también- ya no se entrega de manera inocente y sumisa, sin pruebas de lo que se le dice ¿a quién es leal Penélope después de 20 años? A lo que ella decide y a su propio juicio, sin dudas.
Esperar a la pareja
Este relato es como un faro en medio de la espera de muchas mujeres – en las que pienso en este momento-. Resulta que la espera puede ser un desafío tremendamente enajenante si se vive como la idea de que hay que aguantar, sentarse, ver pasar el tiempo, acostumbrarse a “más de lo mismo” o sencillamente dejar de esperar y apagarse.
En medio de las rimbombantes luchas con cíclopes y vencer al “canto de las sirenas” o luchando contra la voluntad de Poseidón que no quiere que Ulises retorne, pasa inadvertido un hecho esencial en esta pareja: él está cumpliendo con su gesta Heroica, aquella que le va a permitir encontrarse con su mito personal, con su propio sentido. Ella está permitiendo eso siendo el faro que alumbra ése retorno – pero para sostenerlo en su viaje Penélope debe emprender uno interno, un viaje por el inframundo y las pasiones más bajas de lo humano. Viaje que resuelve no solo con éxito en lo externo sino con robustez interna. ¿y si la pareja es eso? ¿Un proceso en el que masculino femenino, hombre y mujer se apoyan y respaldan para ser quienes vinieron a ser, LO que vinieron a hacer a esta vida?
¿cómo hacemos de la espera algo virtuoso? ¿Y no un montón de frustraciones y rabias, dolores y distancias? ¿cómo hacemos para no hacer del cambio una exigencia sino más bien un resultado o testigo del recorrido que hacemos juntos? O una consecuencia natural.
Un psicólogo español: Antonio Bolinches. Éxito de ventas en sus publicaciones acerca de la pareja, dice que de 5 parejas que llegan a su consulta 4 llegan porque ella toma la iniciativa y que de esos 4 hombres, 3 creen que todo está bien, hasta que la mujer señala que ha estado sosteniendo la relación sin recibir lo mismo a cambio. Esto es lo que más me hace ruido. Tenemos un conflicto de pareja, ¿pero realmente lo estamos teniendo a solas?

https://www.instagram.com/reel/DC7YADcMP8d/?igsh=ZHR4bDZwMmM3enox
(link Antonio Bolinches)
Película Solsticio de Verano Netflix
Hay películas (Solsticio de Verano), canciones (Pink: Just give me a reason, se las dejo por aquí para que la vean) que reflejan esta realidad. ¿estamos esperando que haya una “conciencia de pareja y de intimidad distinta”? si es que estamos esperando ¿es nuestro rol pasivo? ¿aguantar? O ¿señalar el conflicto como dice Bolinches e ir en búsqueda de la solución? ¿cuántas energías tenemos para ir en búsqueda de la solución de un conflicto que tenemos solas? ¿se resuelve esta diferencia de “estado de las cosas” con ponerla en evidencia?
https://youtu.be/b3w6LgBBMH4?si=uu9jNJh-pXHLpcr9
(Link canción Pink )

Por último y no menos importante, el valor de la espera es tremendo como en el mito; pero el valor de gestionar cambios también lo es.
No desgasten su energía aguantando, no saturen su curiosidad e inquietud. N
o confundan la satisfaccíon con conformismo o la estabilidad, con rutina.
La estabilidad es un dinamismo delicado, no una base de hormigón inamovible. Sin duda hay espera en la pareja, pero probablemente se parezca más a lo que Penélope nos muestra en su propio mito personal.
Tal vez necesitamos comenzar a tejernos a nosotras mismas, crear tiempo para ello, como tan bien lo hace nuestra querida Penélope. Buscar ayudas de otras mujeres, que es algo que también hace nuestra heroína e imaginar las estrategias para que esta relación en la que estoy potencie quien soy, hacerme más consciente de mí. Dedicarme a tejerme con extrema argucia y paciencia para saber que no soy ni siento lo que decide mi compañero
Siempre que escribo estas cosas me baja una preocupación por que quienes leen puedan usar este tipo de reflexiones para sostener espacios dañinos en su vida. Si en mi acto de conciencia me doy cuenta de que estoy siendo violentada, abusada, utilizada (lo mismo en masculino por favor), el faro tiene que ser el autocuidado. No hablo aquí de situaciones extremas; sino de relaciones que han sido buenas, productivas, bellas y leales y que de pronto comienzan a sentirse como una estación más que como un recorrido ¿tenemos que esperar ahí? cuando hay un valioso vínculo que la funda, una pura intención de acompañarse ¿cómo permanecemos ante lo que uno de los participantes se niega a ver? ¿al desconocimiento de las sombras que pueden incluso ayudar a crear? ¿cómo creamos tiempo cuando el otro sigue pegado en sus miedos, dolores, fantasmas familiares? ¿y si nunca se saca las vendas? ¿cómo ser leal a lo que le hace mal?
Una vocecita interna me dice que hay que confiar en la persona que escogimos. Hay en esa elección una apuesta que puede impulsar al otro a ser más el mismo ¿y si no quiere deshacerse de sus fantasmas? Toca tejerse, robustecerse y crear tiempo para Ser tú, que ése es tu viaje y nadie más puede transitarlo que tú.
Por último y no menos importante, el valor de la espera es tremendo como en el mito; pero el valor de gestionar cambios también lo es.
No desgasten su energía aguantando, no saturen su curiosidad e inquietud. No confundan la satisfaccíon con conformismo o la estabilidad, con rutina.
La estabilidad es un dinamismo delicado, no una base de hormigón inamovible. Sin duda hay espera en la pareja, pero probablemente se parezca más a lo que Penélope nos muestra en su propio mito personal.
Bienaventurados los que se acompañan, apoyan y esperan en sus respectivos viajes. Me parece generoso y amoroso acompañar a otro a Ser.
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